Hace varios meses me encontré a un gato por la calle, como es costumbre en mi le llamé y, para mi sorpresa, se acercó increiblemente confiado. Estuvo caminando un buen rato a mi lado, le di algo de pan que llevaba para que comiese e incluso me hice varias fotos con el, me sorprendió muchisimo que un gato, animal que suele ser arisco por naturaleza fuese tan cariñoso conmigo. "Se habrá escapado de alguna casa" pensé.
Recuerdo perfectamente como iba vestido ese dia, llevaba una sudadera negra con las mangas de rayas blancas y negras, la cual le dejé a una amiga un dia. ¿A que viene este detalle tan irrelevante ahora? Pues bien, tras un mes volvía a mi casa de recoger dicha sudadera, llamadlo destino o suerte, como querais, pero algo hizo que volviese a encontrarme con mi peludo amigo. Fué una tontería, pero me puse muy feliz de volverle a ver, me acerqué, llamándole, esta vez se quedó de piedra, mirandome y cuando di un paso hacia el frente salió corriendo disparado en dirección contraria.
Una tontería, diréis, pero me senti bastante mal, pasé el resto del camino sin dejar de pensar en ello.
Un gato amigable, cariñoso ¿Que le había pasado? Pues bien, supongo que ese gato no era tan diferente a las personas. Hay mucha gente que encuentra divertido lanzarles piedras a los animales callejeros o incluso patearles si se acercan. Y si en todo este tiempo que llevaba sin verle la gente no había dejado de tratarlo mal, ¿Os imaginais vosotros mismos acercandoós a alguien con toda confianza solo para terminar pateados? ¿Traicionados? En fin... Si nos paramos a pensarlo no es tan raro, ¿Quién no ha sido engañado alguna vez por alguien en quien confiaba?
Pobre animal, que vida tan humana.
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