miércoles, 21 de octubre de 2015

Siempre soñé con ver un amanecer desde la cubierta de un pequeño barco solo para mi, sentir que el interminable azul del océano me rodea haciéndome sentir aún mas pequeño, notar la brisa acariciándome y respirar el aire fresco mientras me mece la marea y, ahí, sin pensar en nada, dejar que el tiempo pase, que se haga de noche para ver las estrellas, ponerles nombres, encontrarles formas. Siempre soñé con estar tranquilo, sin demasiadas preocupaciones. Mi mundo tenía demasiadas patas como para darle la vuelta.

Entonces llegaste.

Desde entonces sueño con ver un amanecer desde la cubierta de un barco lo suficientemente grande para que quepamos los dos, sentir que tu mirada me rodea, haciéndome sentir aún mas pequeño, notar tus dedos acariciandome y respirar en tu cuello mientras me susurras cualquier tontería y, ahí, sin dejar de pensar en ti, hacer que el tiempo corra, que se haga de noche para poder ver las estrellas. Contigo. Ponerles nombres. El tuyo. Encontrarles formas. A tus lunares. Siempre soñé con estar tranquilo, sin demasiadas preocupaciones. Y llegaste tu poniendo todas y cada una de las patas del reves.

Tengo un sueño. Eres tú.

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